Llegado a este punto, se entiende la necesidad de contar con un código
de ética aplicado específicamente a la docencia universitaria ante la
carencia de una normativa oficial.
Para ello, entenderemos los conceptos relacionados al tema del
ejercicio profesional en donde la transmisión de conocimiento no sea
solo un ejercicio técnico, sino que esté vinculado a compromisos de
orden ético y moral.
Esto nos lleva a valorar la gran importancia que tiene para la docencia
el aprendizaje de la relación, la convivencia, la cultura del contexto y
el desarrollo de la capacidad de interacción de cada persona con el
resto del grupo, con sus iguales y con la comunidad que enmarca la
educación.
El sistema educativo siempre ha situado la formación del profesional
de la educación, o sea la profesionalización docente, en el contexto de
un discurso ambivalente, o paradójico, o simplemente contradictorio:
a un lado, la retórica histórica de la importancia de esta formación y
enfrente, la realidad de la miseria social y académica que le ha
concedido.
En ese sentido, se distinguirán tres componentes importantes para el
conocimiento profesional práctico y también dónde se sitúa el
conocimiento profesional psicopedagógico.
Todo ello implica partir de un conocimiento profesional dinámico y no
estático que se va desarrollando a lo largo de la carrera profesional y,
por tanto, considerar la docencia como una profesión que posee unos
determinados momentos de socialización y que posee, también, unas
determinadas características.
Finalmente, se establecerán algunas propuestas normativas para el
profesional que ejerce la docencia universitaria, de modo que puedan
ser debidamente discutidas y ampliadas dentro del desarrollo del curso.
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